sábado, 30 de agosto de 2008

Experiencias.........

La adversidad es el impulso para la victoria
Lincoln Tavares – San Pablo, Brasil
Lincoln Tavares es miembro de la SGI del Brasil (BSGI). Nació en San Pablo y vivió la adolescencia con sus padres y hermanos, atravesando innumerables circunstancias de desarmonía familiar y dificultades financieras. Hoy, Lincoln y su familia disfrutan de los beneficios obtenidos a través de la seriedad y el coraje de la práctica. Terezinha Abreu, madre de Lincoln, comenzó a practicar el Budismo en 1983, incentivada por una vecina que sabía de las dificultades financieras por las que travesaba la familia. Ella, les dijo que a través de su determinación en la invocación de Nam-myoho-rengue-kyo podrían salir adelante sin falta. Ese mismo año, la familia recibió el Gohonzon y comenzaron a practicar con la decisión de transformar su situación. Pero, al poco tiempo, el padre de Lincoln se alejó de la práctica, escondiendo las cuestiones que lo incomodaban.
Al inicio de nuestra práctica, la situación económica mejoró y comenzamos a salir de la crisis. Pero, nuestra convicción comenzó disminuir al ver los rápidos resultados obtenidos. Dejamos de asistir a las actividades y comenzamos a ser inconstantes en la invocación del daimoku. Con nuestra actitud descuidada los problemas no tardaron en reaparecer. Mi padre quedó desempleado. Mi hermana de dos años tuvo una infección intestinal muy severa que debilitó mucho su salud. Además, las deudas se multiplicaron hasta tal punto, que llegamos a poner la casa en venta. Frente a todo esto, reflexionamos acerca de la seriedad de nuestra práctica. El inicio de mi lucha
En 1989, con trece años, ingresé en el Grupo Soka[1]. En esa época, se iniciaban los preparativos para el 10o Festival Cultural de los Jóvenes, que se realizaría el 11 de marzo de 1990. El ritmo de los ensayos era intenso, salía de casa el sábado bien temprano rumbo a la sede de la BSGI y volvía el domingo a la noche. Mi padre criticaba mucho a mi madre y llegó a prohibirle la preparación de las viandas que mi hermano y yo llevábamos a los ensayos. Como ella no tenía trabajo, dependíamos del dinero de mi papá. Luego del festival, me alejé de la organización. Me convertí en un adolescente rebelde. En 1994, inicié una relación amorosa que no terminó bien. A raíz de eso, entré en una profunda depresión, que me llevó a pasar días sin alimentarme. Me quedaba llorando en mi cuarto o deambulaba por las calles. Sumado a todo eso, mi madre se enfermó. Sufría de presión alta, problema que se agravaba debido al sufrimiento que le causaba mi crisis. En esa misma época, le encontraron un fibroma en el útero, seguido de una hemorragia.
Con la determinación de transformar Viendo el sufrimiento de toda mi familia, decidí que tenía que cambiar esa situación. Me senté frente al Gohonzon e invoqué daimoku por varias horas. Lloraba, y al mismo tiempo pedía por la fuerza y sabiduría necesarias para afrontar las circunstancias. No sabía qué hacer. En diversas ocasiones llegaba hasta la puerta de la Sede Regional y, sin coraje para entrar, volvía a mi casa. Mi madre me incentivaba a que invocara daimoku para ser un gran valor humano. Finalmente, un viernes, fui a la Sede Regional, me dirigí hacia la sala de oración, y delante del Gohonzon invoqué con todas mis fuerzas. Sentí un gran arrepentimiento y me propuse nunca más alejarme de la organización.
Dos días después, el Grupo Soka tomaba entrevistas para el ingreso. Lincoln no lo dudó y se propuso volver al grupo. De ahí en más, con su decisión renovada, y luego de un largo período, volvió a conseguir trabajo. Al poco tiempo, asumió con gran entusiasmo la responsabilidad de bloque de su comunidad. En 1999, Lincoln participó con el Grupo Soka de la Convención Cultural de los Jóvenes de la BSGI, conocida como el Festival de la Lluvia. También, tuvo la posibilidad de viajar a Manau con los Estudiantes Universitarios que participarían de una conferencia sobre medio ambiente. Mi padre me criticaba mucho por participar en tantas actividades de la BSGI, y tampoco estaba de acuerdo con que hubiera gastado mis ahorros para cubrir los gastos del viaje a Manau.
Gracias al aliento de mis compañeros del grupo de Estudiantes Universitarios, ingresé en la universidad en 2001, para hacer la carrera de Periodismo. ¡Fue un gran desafío! Con el apoyo de mi familia, inicié una pasantía de remuneración pequeña, que apenas alcanzaba para pagarme el transporte y la comida. Pero, la gran prueba real fue que mi padre decidió pagarme los últimos dos años de la carrera. A través de eso, pude sentir, verdaderamente, que no hay oración que quede sin respuesta. Además de ayudarme a costear mis estudios, ahora apoyaba mi participación en las actividades, y hasta elogiaba mi postura. Dos meses antes del terminar la facultad, fui contratado por otra empresa que cuadruplicó mi sueldo.
En febrero de 2006, fui nombrado vicecoordinador del Grupo Soka de la BSGI, algo muy significativo para mí, pues tendría la oportunidad de intensificar aun más mi empeño en el grupo y de encontrar e incentivar a innumerables compañeros. Un encuentro de agradecimiento
A pesar de haber sorteado diversas dificultades en mi vida, faltaba algo muy importante: encontrarme con el presidente Ikeda y agradecerle por toda su lucha. Con ese objetivo, me inscribí para asistir, en el Japón, al Curso de Capacitación de Jóvenes de la SGI, que se realizaría en junio y septiembre de 2006. Mi decisión era llegar al curso de junio, aunque no tuve la posibilidad. Pero seguí adelante con mi decisión y, finalmente, asistiría al curso de septiembre. ¡Diez años después de haber retomado definitivamente la práctica me estaría encontrando con mi Maestro! Para ello, con mi madre iniciamos un gran desafió de daimoku, ya que había sido promovido recientemente en el trabajo, y ausentarme por dos semanas podría representar un problema. Más allá de esa situación, continué invocando daimoku con la misma decisión y seguí participando de los preparativos para el viaje. Oraba con toda mi vida y me decía a mí mismo que sin falta iría al encuentro de mi Maestro. Así, poco tiempo antes de la partida, conseguí resolver todas las cuestiones pendientes. El día del vuelo, toda mi familia estaba presente, mi padre, mi madre, mis hermanos, y también mis compañeros de la organización.
Ya en el Japón, nos encontramos con el presidente Ikeda un 7 de septiembre –día de la independencia del Brasil– en ocasión de la 62ª reunión de la sede central para responsables. Fueron momentos indescriptibles. En esta “fase esencial del kosen-rufu”, mi decisión es proteger absolutamente a mi mentor, dedicando mi existencia a la felicidad de las personas.
omo genuinos sucesores, abrimos el camino demostrando en nuestra propia vida la veracidad de la Ley ,y brindándole a nuestro Maestro victorias... y más victorias.
[1] Grupo de capacitación de la División Juvenil Masculina que en la Argentina se conoce como Grupo Fénix.

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